Supongo que esta foto le gustará mucho a Daniel, son sus preferidas. Le recuerdo que, cuando aún no sabía andar, a Baita le daba mucha pena que intentáramos enseñarle porque él no quería aprender. Por eso ella, en uno de los veranos que pasaba con nosotros en San Fernando, le compró un tacatá para que le resultara más fácil. Fue el el primer instrumento de este tipo que entró en nuestro hogar.
Visitando el colegio de San Fernando, en Madrid, dependiente de la Inclusa. No penséis que me iban a abandonar allí. Pasamos un verano en un pabellón del mismo porque mi padre sustituyó al Director en sus vacaciones. Hacía un calor horroroso y nos picaban los mosquitos con voracidad, pero fue estupendo porque teníamos una habitación grande y vacia donde jugar a nuestras anchas
Mis abuelos maternos Lorenzo Sánchez y Luisa Moreno, con sus cinco hijas Tiana, Nisia, Luisa, Caty y Pury (Baita)
Tuvieron ocho hijas, pero murieron tres. Cuando nació mi madre, la última, el médico le dijo a mi abuelo: "Lo siento, ha sido otra niña"; él se indigno con el doctor: "Sepa usted que estoy encantado con mis ocho hijas".
Mi abuelo tenía unas fábricas de harina de una gran extensión que le fueron expropiadas para construir la industria de las Sniace, fábricas de celulosa, papel...Las niñas, como era costumbre de la época, estudiaron cultura y piano, preparándose para ser unas eficaces amas de casa.
En la playa de Suances (Santander) Baita está detrás de mí con el pato. A mi lado el tío Jose Luis. Al lado de Baita su hermana Tiana, la mayor de las hermanas y madre de Merceditas, con su hija Lolita y su marido que era holandés. Detrás de mi tía, mi hermano Goyo y el niñito sentado, con cara de pocos amigos, el hijo de Lolita.
El marido de mi tía era el dueño del Castillo de Suances, que estaba situado entre las dos playas. La parte de atrás daba a la que llamaban playa de los Locos porque en tiempos solían llevarlos a bañar allí. El oleaje era tremendo y yo nunca me atreví a meterme en ella. En el castillo que estaba ya algo deteriorado, lo pasabamos genial jugando a luchas medievales y correteando por las almenas. Hace algunos años lo vendieron a un americano que lo ha pintado de rosa y montado un hotel. Está horroroso y desentona por completo con el paisaje.
Goyo y Baita con Lucas,el Director del hospital San Juan de Dios, su mujer, Solita y su hija Rosa, en una boda de alguien de la Diputación Provincial de Madrid
El traje de mi madre era celeste de organza; de niñas nos gustaba mucho jugar con él, incluso Mary Carmen lo llevó en alguna función del colegio. Estuvo mucho tiempo en casa.
Con uno de los tres mantones de Manila que perdió en la guerra al tener que abandonar su casa de Ferraz para refugiarse en la de mi tía Nisia, madre de Sara. Lo único que se pudo llevar de valor fue su cubertería de plata que había sido de sus padres y cuyos restos he heredado yo. La tuvo mucho tiempo guardada en un maletín de piel de esos que utilizaban los médicos antiguos. No se atrevía a sacarla por si fuera necesario escapar a otro domicilio. Acabada la guerra y viviendo ya en Jorge Juan fue de uso diario.
Seguramente esta foto fue del tiempo en que quisieron nombrarla Mis casino de Bellas Artes, en un baile allí celebrado y mi padre se negó en rotundo a que la eligieran.